viernes, 13 de enero de 2017

Brotes verdes

Por fin. Por fin se ven los brotes verdes.
Estábamos todos muy preocupados porque el parque actual de viviendas (muchas de ellas obsoletas) colapsaba y paralizaba la construcción de otras nuevas (más modernas, eficientes y confortables) y ayer toda la profesión se ha visto sacudida por un notición, tal vez anecdótico e incluso insignificante en sí, pero que nos ha dado esperanza y nos ha animado y alegrado a todos.

Una persona con criterio ha heredado esta casa:




¿Será nuestro protagonista ese niño que se asoma a la ventana? 





Una casa de los años 1970s, viejuna, rancia, bajita, con unas ventanas que no coinciden unas con otras (con lo bonito que es eso), una casa que por no tener no tiene ni tejado, una casa que no cumple el CTE, ni el JÓDETE, ni el YAVESTÚ, una casa que tal vez estuviera aceptablemente bien cuando se construyó (que yo creo que ni eso), pero que desde luego ahora estaba desfasada y rancia.

El heredero de la casa podría haberla remozado y rehabilitado, podría haber mejorado el aislamiento térmico, podría haber instalado paneles solares, reparado desperfectos y, sobre todo, podría haber hecho todo eso con una licencia de obra menor, sin contratar a arquitecto ni a aparejador. Pero no ha querido. Ha hecho bien. Una casa vieja, como un coche viejo, no da más que gastos y problemas: Arreglas esto este año, esto otro el que viene... Nunca paras de gastar y nunca termina de quedar bien.
Aquí hay que tomar decisiones valientes, y el heredero de esa castaña ha hecho lo mejor: Derribarla y hacerse una casa nueva. Esta:


¿Y el trabajo que ha dado? (Arquitecto, aparejador, estudio geotécnico, albañiles, carpintero, electricista, fontanero...) Ejemplo debían de tomar otros propietarios más tacaños. La construcción es riqueza.
La nueva casa, no hay ni que decirlo, es mucho mejor que la antigua. Su dinero le ha costado, pero ha merecido la pena.
Tiene tejado. ¡Y de pizarra!
Las ventanas están todas en fila y en columna, como debe ser. ¡Y las de arriba muerden la cornisa, en buhardilla! ¡Qué detalle tan bonito!
Y hay un balcón-terraza al que el propietario puede salir a dar discursos. ¿Por qué? Porque todos somos contingentes, pero él es necesario.
Toda la planta baja (sótano respecto a la cara opuesta) va chapada de piedra, y de piedra buena, nada de piedras artificiales ni zarandajas. Y las aristas del edificio y los bordes de las ventanas también van chapados.
En fin: calidades de primera, casa bien delimitada y definida con un diseño elegante y señorial, construcción nueva, seguro que tecnología punta... Lo mejor de lo mejor.

Yo estoy muy contento. A ver si cunde el ejemplo y nos van encargando casas nuevas y nos vamos deshaciendo de tanto lastre.


(A ver si esta entrada me la valoran bien los de menéame y los de Satán es mi Señor. Yo he hecho lo que he podido).

7 comentarios:

  1. :)

    Está claro, José Ramón, que has escrito esta entrada bajo la indignación que te ha producido leer la noticia en la prensa. Te estoy viendo, nada más leerla, ir al ordenador y soltar toda la bilis que te ha producido.
    Desde luego comparto todos los calificativos que le has asignado en las etiquetas al gañán que ha perpetrado esta salvajada; pero creo que la cuestión merece una reflexión más sosegada.

    En primer lugar creo que no está de más exponer cuales son los beneficios de conservar este tipo de obras y también sobre quién debe recaer el peso que supone tal conservación. Así a botepronto diría que tal cuestión no debería ser una carga para el propietario que, es así, tiene todo el derecho del mundo a ser un gañán. Si el beneficio es para la comunidad debe ser ésta la que se haga cargo y llegamos entonces a la cuestión esencial, ¿por qué no estaba protegido el inmueble? Alguna administración, local, autonómica, estatal, debería haberlo hecho. A ellas es a las que hay que apuntarle la responsabilidad de este despropósito.

    Pero voy a ir un poco más lejos, aunque sólo sea para suscitar el debate, ¿qué hay de los arquitectos? Yo creo que somos los únicos sensibles a estas cuestiones, ¿no debería nuestra ética profesional o esa misma sensibilidad rechazar un encargo así? ¿podemos justificar al arquitecto por cuestiones económicas que no le aceptamos al propietario? ¿y los colegios? ¿deberían tener capacidad para negar el visado en casos como este?

    Ahí lo dejo.

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    1. Como se suele decir, que cada palo aguante su vela. Apunta MJGE en su último párrafo al "palo" de los arquitectos... Es que un arquitecto ha firmado el edificio que sustituye al de De La Sota. Y un Colegio ha visado supongo que tanto el proyecto de demolición como el de obra nueva.

      Por otro lado, no es cuestión de gustos la protección de un patrimonio artístico y cultural. Hay muchas, buenas e incluso verdaderas razones que no dependen del gusto cambiante.

      ¡A resistir!

      Carlos CM

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  2. Hola José Ramón,

    A mi no me extraña en absoluto porque vamos hacia una involución, lo que no significa que no me haya horripilado.

    Al hilo de lo que escribes, siempre me llamó la atención que Sáenz de Oíza, que tenía suficientes medios, no se construyese su propia casa. Al parecer hacerse su propia casa le parecía un poco pretencioso y prefería intervenir sobre lo construido porque decía que eso era respetar un poco la historia…

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  3. Enhorabuena!! Yo también pienso que la santa piqueta ha de dar paso a lo nuevo-viejo y sacralizar al CTE sobre todas las cosas.

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  4. Por lo menos en la "magnífica" casa que han proyectado con CTE deberían de haber cuidado un poco, aunque sólo fuera un poco, la composición de los huecos. Me vienen a la cabeza las coplas de Jorge Manrique. Los tiempos pasados fueron mejores, más sanos y más humanos, con mejores universidades, mejores arquitectos, por mucho que nos quieran decir que vivimos en la mejor de las quimeras posibles y que lo de antaño fue el ostracismo y el oprobio -vaya jetas-. También la temporalidad de nuestra vida, de nuestras obras, de nuestra arquitectura por muy buenos que seamos o creamos. ser. Muy bueno el artículo. Gracias, Alfonso.

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