jueves, 28 de enero de 2016

Cuánto amor y qué poquito odio

Hacía tiempo que no hablaba de música, y cuando lo hago es de jazz. Pero hoy voy a hablaros de mis amigos de Mawino, un grupo de power prow rock de Toledo, porque han sacado su largamente esperado disco, y tengo que deciros que es una pasada, y que no puedo dejar de decirlo aquí.
El disco se titula so much Love & so little Hate y, antes de decir cosas más pertinentes quiero señalar que, aunque son bastante más jóvenes que yo, ya ese título indica una sabiduría provecta, una convicción que se tiene cuando ya se ha vivido mucho: Cuánto amor y qué poquito odio. Porque algo de odio siempre queda, naturalmente, pero el amor se lo come. Ese mensaje de lucidez y, como digo, de meta, empapa todo este disco que es una joya de la música, pero también de la conciencia vital y de la deseable y soñada madurez.


(Que el disco es muy bueno no lo digo sólo yo, que no dejo de ser un mero aficionado que además siente empañado su recto criterio por la amistad: Lo dice gente mucho más enterada).

Permitidme, antes que nada, que os presente a los miembros de la banda:

Seis personajes, pero sólo cinco miembros


LO PRIMERO, LOS MÚSICOS

Fernando Marín: Voz y guitarra. Fernando es el líder del grupo. El mismo nombre Mawino es un recuerdo cariñoso a la forma como le llamaba B. B. King cuando hizo su gira por España con Raimundo Amador. En aquella época Fernando era un jovencísimo y ya brillante guitarrista cuyo estilo slow cautivó al maestro misisipiano. Años después se alejó del blues, pero yo noto todavía alguna reminiscencia por aquí y por allí, especialmente en el corte 6: Updated Boy.

Pablo Alguacil: Guitarra y coros. Pablo, además de músico, es arquitecto. Y muy buen arquitecto. Pero por encima de todo es marino. Le marcó para siempre su travesía en solitario desde Portosín (La Coruña) hasta Mantoloking (Nueva Jersey, EE.UU.). Pretendía llegar a Nueva York, pero las cosas salen como salen, y podría haber sido bastante peor. Noto ese espíritu marino en ciertas cadencias, ciertos punteos... Sobre todo en el solo del corte 3: Light My Room

Ruth Pinel: Teclados. Ruth estudió piano en Olivenza (Portugal), y llegó a ser una virtuosa clasicista. Pero después fue evolucionando hacia una deconstrucción cada vez más difusa, y su estilo cambió rotundamente con los cursos que siguió en la Escuela Superior de Contrapunto de San Petersburgo (Rusia), y, aún más, en el bar Octopus de aquella lejana y fría ciudad. Todo ello ha formado a una música tan sólida como ecléctica, que domina todos los palos y les da un sello propio e inimitable. Toda su música es fascinante, pero yo muero con el tema 1: Crazy Little Head.

Iván Muñoz: Bajo y coros. Iván viene del mundo del fútbol, lo que no es ninguna tontería. Llegó a jugar en los juveniles del Manchester United, y cuando se vino a vivir a España todos le auguraban un gran futuro en alguno de los clubes punteros de Primera División, pero una lesión cruel le retiró. En todo caso, tomemos lo bueno de aquella triste circunstancia: Nos dio un bajo formidable. Toca como jugaba: Centrocampista defensivo de gran control y mesura, muy seguro y muy austero ("menos es más"), pero que cuando veía la oportunidad se lanzaba al ataque y movía a todo el equipo y lo organizaba. Así hace ahora con Mawino desde su bajo. Su capacidad estructurante está siempre presente, pero creo que se nota especialmente en el tema 8: Enough For Today.

Pablo Junquera: Batería y coros. Pablo ni se planteó siquiera ser músico hasta que no estuvo unos meses colaborando con Arquitectos Sin Fronteras en Gabón. Por las noches tenían un par de horas de relax que pasaban con la gente de la aldea, que cantaba, bailaba y hacía percusiones fantásticas, que fascinaron a Pablo. Se descubrió en sí mismo una capacidad innata para el ritmo, que desarrolló allí con gran rapidez, y que después, ya de vuelta en España, perfeccionó con Rubem Dantas. Pablo une la cualidad de ser un metrónomo perfecto, con una precisión de reloj atómico, con la de romper el ritmo y descomponerlo cuando quiere y como quiere. Parece capaz de fabricar un espejo purísimo y luego romperlo en miles de facetas con reflejos y brillos distintos y simultáneos. Su presencia es evidente siempre, pero resalto sus breaks en el corte 7: Girl.

El sexto mawino. ¿Por qué en la foto hay seis animales si los mawinos son sólo cinco? Les hice esa pregunta y me miraron con hastío. "Qué original eres, tío. Ya nos han hecho esa pregunta ochocientas diecisiete veces. ¿Qué quieres que te digamos? Que ese sexto miembro eres tú. ¿Vale? Y ese, y aquel. Es quien nos oye, quien se une a nosotros en los directos, quien baila nuestra música o quien atraca un banco mientras nos escucha por los cascos. ¿No hubo un quinto beatle? Pues un sexto mawino. Al fin y al cabo Ramón y Cajal eran solo uno". (Esto último me dejó doblado. A veces no sé si me vacilan con buen estilo o si es que las cosas son así y no hay más).

Y LO SEGUNDO, EL DISCO
Se trata de un disco complejo, postmoderno en el sentido de que está lleno de referencias, citas, influencias, y que el lenguaje rockero viene ya de segunda vuelta, después de recoger aquí y allá giros y voces.
Por una parte, es una especie de after-pop, aunque los mawino no son pop para nada; por otra nos recuerda a un cierto power-Californian-rock por su fuerza llena de limpieza, colorido y luminosidad; y finalmente nos enlaza con el psychotic-bitter por las letras y por ciertas cadencias que nos dejan un poso de inquietud.
Ya he comentado algunos detalles de los temas 1, 3, 6, 7 y 8. Espero haberos incitado a escucharlos. Voy a dar dos o tres pinceladas sueltas sobre los demás.

2: Dissapoint You. Una canción de amor con todos sus ingredientes clásicos, pero pasados por la voz amarga e irónica de Fernando, y con un gracioso scroll de guitarra de Pablo, que le quita dramatismo al asunto.

4: Back to Zero. Transmite un gran optimismo minimalista. La batería marca, una vez más, la reducción del tema hasta su silencio. Fijaos en las intervenciones de un oboe a lo lejos, casi inaudibles. (O, aun mejor, fijaos en la oquedad de las no-intervenciones del oboe, que a modo de vacío oteizesco exaltan la presencia de una ausencia).

5: Stay. Una "canción menor". Un lujo. Todo grupo necesita tener un tema así, en el que no destaca nada ni nadie pero todo cuadra. Un tema perfecto.

9: The Cage. Obviamente, un homenaje a los cuatro minutos de silencio de John Cage. Homenaje a la contra, con cuatro minutos de estruendo lleno de fuerza, de poder y de vida.

10: Yeah Woman. Canción de deseo y de increpación hacia una mujer. Es muy interesante el papel de Ruth en este tema, que toca con displicencia deliberada, dejando claro que queda al margen de esta cuestión, y que la considera una prueba más de la inmadurez de sus compañeros. No os perdáis los teclados en este tema: fríos, contradiciendo a los demás instrumentos y dejándolos en evidencia.

11: Enough for Today. Un bonus track, una nueva versión del tema 8. Pues eso: Ya basta por hoy. El mejor final posible a este gran disco que va a dar mucho que hablar.







(Si te ha interesado esta entrada vete corriendo a comprar el disco, que ya verás cómo te gusta. Ah, y ya de paso cómprate alguna camiseta, que te va a sentar muy bien, tigre).


Me he precipitado al subir esta entrada. El disco acaba de salir y aún no se ha distribuido. En pocos días lo podréis comprar en rock indiana y en los principales comercios. En cuanto tenga un link lo pondré aquí y avisaré en las redes. Os va a gustar. En serio.


Addenda 18 de febrero. Ya está a la venta el disco. Lo podéis comprar aquí. Hacedlo.

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