sábado, 12 de mayo de 2012

Historia Universal de la Infamia (I)

Creo que no hay duda (y escribo "creo") en celebrar a Frank Lloyd Wright, a Le Corbusier y a Mies van der Rohe como los tres más grandes arquitectos del siglo XX. Hay decenas de geniales arquitectos, y cientos de arquitectos extraordinarios, pero creo que estos tres son otra cosa. Al menos en mi opinión. Los he citado, además, en el orden que ocupan en mi afecto y en mi corazón: Frank Lloyd Wright, Le Corbusier y Mies van der Rohe. Es más, ya puestos, secundo la afirmación de Bruno Zevi: "Frank Lloyd Wright es el más grande arquitecto desde las cavernas".
Sin embargo, estos tres brillantísimos arquitectos tienen también sus zonas oscuras, sus infamias monstruosas, y mi obligación autoimpuesta es contarlas aquí. Cada uno de ellos cometió más de una, pero voy a contar solo una de cada uno: No sé si la más vil. Tal vez sí.
Tengo que alegar que a estos héroes o se les santifica o se les ataca sin piedad, motivo por el que sus puntos negros nunca están claramente contados: O se disimulan e incluso se niegan, o se amplifican desproporcionadamente. Yo intentaré ser objetivo, aunque tengo las fuentes que tengo. Creo que lo que digo es verdad en su conjunto, aunque seguro que me fallan muchos detalles.
Hoy me dedicaré al primero, a quien siempre he venerado, a quien le dediqué mi tesis doctoral y hasta le escribí una novela (que os podéis descargar en este blog) para intentar exorcizármelo (quitármelo de encima) y apearle del altar en que le tenía. (Lo malo es que el canalla aguanta en el sillón presidencial de mi corazoncito a pesar de todo. Es como una lapa).

Vamos con la infamia.

Albert Chase McArthur fue el mayor de los tres hijos de Warren McArthur, un exitoso hombre de negocios cuya casa construyó Frank Lloyd Wright en 1892, en Chicago. El muchacho creció admirando al genial arquitecto. Tanto que él mismo se hizo arquitecto, y llegó a trabajar a las órdenes de su ídolo entre 1907 y 1909.
En 1927, Charles y Warren McArthur, los dos hermanos de Albert, compraron un terreno al pie del Monte Camelback, cerca de Phoenix (Arizona), y le encargaron el proyecto de un hotel: El Arizona Biltmore. Albert se puso a trabajar en el diseño del edificio y decidió emplear el sistema de bloques de hormigón que había creado su maestro. Convenció a sus hermanos para que pagaran a Wright por los derechos de utilización de esos bloques. Wright les vendió los derechos por un dineral, olvidando el pequeño detalle de que en su desastrosa situación legal y financiera le habían embargado todo lo que fuera susceptible de ser embargado, incluyendo, por supuesto, esa patente. Pero es que, además de vender lo que no era suyo, como no tenía trabajo se presentó en Phoenix a ayudar a Albert, sin que él se lo hubiera pedido. Albert ya tenía el diseño del edificio terminado, y Wright se entusiasmó al verlo.
Wright caracoleaba por el estudio con Olgivanna, estorbando, reconsiderando cosas que ya estaban resueltas, mareando a todo el mundo hasta que Charles, el hermano de en medio de los McArthur, y jefe de la empresa Arizona Biltmore, le pidió con el mayor tacto que se volviera a su casa, pues su hermano se bastaba y se sobraba para terminar los detalles del proyecto.
Albert hizo el trabajo con toda su ilusión, con toda su alma, con tanto amor por sus hermanos como por su maestro Wright.


El resultado fue una obra muy atractiva, con un aire wrightiano inconfundible. Menos "inspirada" y menos "magistral" que las auténticas obras de Wright, pero, al fin y al cabo, una muy digna pariente de ellas.
La obra se inauguró el 23-F de 1929. En seguida apareció el abogado del auténtico dueño de la patente de los bloques y les metió una demanda de pronóstico a los hermanos, que tuvieron que volver a pagar por utilizar los bloques. (No sé si le pidieron a Wright que les devolviera el dinero, pero lo llevaban claro).
En todo caso, Wright no devolvió un dólar (no lo tenía), pero a cambio se mostró tan amable, tan cariñoso, tan solícito con su discípulo, que cuando vio la obra terminada dijo:


"Ha quedado tan mal como esperaba".

¡Qué generoso! ¡Qué manera de devolver amor y cariño!
Albert le adoraba, y su esposa se había hecho muy amiga de Olgivanna. A cambio, Wright se burlaba de la mujer y del hijo de Albert siempre que podía.
Pero volvamos al hotel.

Aunque hay que reconocer que el Arizona Biltmore es más romo que los edificios de Wright, se parece tanto que desde el primer momento causó confusión. En varias revistas, e incluso en dos libros, salió publicado como obra de Wright.
Incluso aunque Albert McArthur intentó demostrar la autoría del proyecto mostrando que llevaba su firma, la gente acabó diciendo que Wright estaba tan embargado y perseguido que no podía firmar legalmente, pero que el diseño era suyo en realidad.
Aunque sea una obra algo floja para ser de Wright, sería la obra maestra de cualquier arquitecto mediano (yo estaría más que hiperchulo si fuera su autor). Por eso, Albert le pidió a Wright que deshiciera definitivamente el malentendido y que dijera quién era el verdadero arquitecto del Biltmore.


Wright escribió a varias revistas, a varias asociaciones de arquitectos y a varios críticos y periodistas... para no aclarar nada. Al Architectural Record le escribió diciendo claramente que la obra era de Albert, pero en otros sitios no lo decía así, e insinuaba esto y lo otro...
¿Será canalla? ¡Si él mismo había dicho que la obra era muy mala! ¿Qué tipo de envidia tenía? No lo sé. No lo puedo entender.
Muchos años antes también le había negado a Alfonso Iannelli la autoría de las esculturas de los Midway Gardens. Siempre negaba todo mérito a sus colaboradores. En el caso de Iannelli, si bien es indiscutible que la autoría es del italiano, es cierto que trabajaba a las órdenes de Wright, siguiendo sus indicaciones y directrices.
En los Midway puedo incluso entender la postura de Wright, que es injusta y mentirosa, pero digo que puedo entenderla porque él inició el diseño de las esculturas, y dirigió el trabajo final. (En mi opinión los dibujos de Wright son mejores que las esculturas de Iannelli). Lo que no puedo entender es que en el Biltmore, en el que no había intervenido en absoluto y que es muy inferior a sus obras, Wright puteara de tal manera a su autor.
Wright no tenía encargos, atravesaba una situación económica y personal horrible, y pudo tener la debilidad de envidiar el dinero y el éxito de McArthur. Yo entendería que, a consecuencia de todo esto, pusiera esta obra a parir, dijera que era una adulteración de sus ideas, etc. Pero no puedo entender que dijera que era suya (y al mismo tiempo que era muy mala). Me parece una rabieta de niño chico.
Albert Chase McArthur se pasó la vida luchando por demostrar que el hotel era suyo. Sufrió un ataque cardíaco y quedó postrado durante los últimos diez años de su vida, consagrado al estudio de la metafísica, de las matemáticas y de la teoría del color.
Los hermanos McArthur disfrutaron de su hotel apenas tres años. La Gran Depresión los mandó a California. El hotel siguió en otras manos, se quemó, fue restaurado, etc. Hoy, curiosamente, está adornado con réplicas de las esculturas de Iannelli. Qué cosas.


McArthur murió en 1951. Frank Lloyd Wright le mandó a su viuda una carta en la que decía: "Yo siempre dije que Albert era el arquitecto del Biltmore. Pero él lo fue por mí, y yo fui más arquitecto que él, y usted debería saberlo".
Hizo este mismo tipo de observaciones simpáticas en el funeral de Albert, y Charles McArthur (el hermano de en medio) se acercó a él, le soltó un tremendo puñetazo en la cara y le tiró al suelo.
Como en las películas que veíamos de niños, a uno le dan ganas de ponerse en pie y aplaudir. Ya era hora de que alguien le sobara los morros a este chulo.


(Si consultáis la página web del Biltmore, cuyo enlace he puesto antes, veréis que se les sigue cayendo la baba con que es un edificio influido por Wright. Muestran claramente la autoría de Albert McArthur, pero la sombra del maestro sigue siendo más pesada).

1 comentario:

  1. Le felicito por su blog, es interesante y sobre todo tiene un estilo particular que lo hace muy ameno.

    Saludos desde Lima, Peru.

    Marco

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