domingo, 4 de diciembre de 2011

El viejo optimista

El suplemento cultural Babelia del periódico EL PAÍS publica hoy una entrevista muy interesante con el arquitecto británico Peter Cook.
(Si la queréis leer, clicad aquí).
Peter Cook es un viejo lúcido, un disparatado creador de sueños absurdos tales como ciudades andantes o viviendas-burbuja portátiles.
Peter Cook fue uno de los creadores del grupo Archigram, allá por los años sesenta en Inglaterra. (¿Años sesenta? ¿Inglaterra? En efecto: puro Beatles. A mí sus dibujos siempre me han evocado el Submarino Amarillo y la Banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta).
Los Archigram se hicieron internacionalmente famosos e hiperconocidos no por lo que construían (no construían nada), sino por sus propuestas utópicas, beat, fumadas y piradas. Su concepto urbano no era precisamente sensato: La Ciudad Andante, la Ciudad Enchufada y la Ciudad Instantánea fueron tres de sus visiones futuristas para un mundo optimista y muy enrollado. No veo yo a ningún concejal muy por la labor precisamente. Nadie entendía muy bien qué eran ni qué significaban, pero no hay un solo libro de historia de la arquitectura del siglo XX que no hable de ellas.
Eran los juglares, la voz que clama en el desierto, los profetas o los simpáticos bufones, pero no construían. Hacían gracia y ya está.
Pero el lúcido cachondo nos abre el corazón en esta entrevista y nos dice cosas muy dignas de atención. (Por otra parte, todo lo que ha dicho en su vida, siempre, ha sido digno de atención).

Aunque os he pedido que leáis la entrevista, os entresaco lo que más me ha gustado (por si habéis estado vagos y no me habéis hecho caso).

PREGUNTA. ¿Por qué cree que la invención y el optimismo están devaluados en nuestra cultura?
RESPUESTA. La mayoría de la gente es débil y miedosa. Hace falta valor para inventar algo. Ser optimista es una decisión. Resulta demasiado fácil culpar a las circunstancias y creerse incapaz de sobrevivir en un mundo que se desmorona. Cuando las cosas se hunden hay que buscar la esquinita del naufragio desde la que se puede hacer algo propositivo. El problema principal del optimismo es que es difícil de justificar mientras que nuestra sociedad entiende el pesimismo y la negatividad sin necesidad de justificación.

(En efecto: Ser pesimista es fácil, y más en esta época. Si uno dice que esto no va a levantarse en diez años, o en veinte, o que el hundimiento va a ser irreversible, no necesita demostrarlo. Todo el mundo lo admite sin reservas).

P. ¿Tal vez el optimismo en arquitectura puede ser algo más que color y diversión?
R. Para ser arquitecto hay que ser optimista. Es extremadamente difícil ser arquitecto. Precisa mucho entrenamiento y está lleno de frustraciones. Por si fuera poco, dependes de un contexto que excede tu capacidad de actuación. Ahora, la recompensa es extraordinaria. Para los que todavía creemos en la arquitectura, la recompensa es un valor.

(Amén, amén y amén. Qué difícil es la arquitectura y qué alegrías da -cuando las da).

P. ¿Cómo la defendería [la arquitectura traviesa] en un mundo con problemas más fácticos que anímicos?
R. Creo que los tiempos difíciles son los momentos que mayor imaginación e idealismo requieren. Hemos vivido muchos años de bonanza. Ahora nos toca trabajar. Y puedo decirlo yo que no lo he tenido fácil. No respeto a la gente que se sienta a lamentarse. Vengo de una familia con pocos medios y he tenido que buscar un sitio en el mundo. Cuando estudié casi todos los arquitectos provenían de familias ricas. Era una profesión para ricos. Y yo soy un poco intolerante con quien siempre tiene el Mercedes esperando en la esquina y encima se queja.

(Exacto. No debemos sentarnos a lamentarnos, ni respetar a quien lo haga. Nadie tiene derecho a lamentarse. No nos quejemos. No esperemos grimosamente a que venga alguien a hacernos la caridad de encargarnos un proyecto. Movámonos y luchemos).

P. Su arquitectura de ilusión, imaginación y cambio reaparece como una posibilidad en un momento difícil, pero hoy sabemos que esa arquitectura no tuvo ningún efecto.
R. Casi todos los arquitectos fallan en algún punto. Es prioritario que un edificio funcione, luego vienen los extras. Que solo funcione no es suficiente. Y los extras que yo defiendo son el optimismo y la imaginación.

(Estoy totalmente de acuerdo con que la función es la cualidad necesaria, y luego viene todo lo demás. Me agrada mucho que un "travieso" como Cook admita esto sin reservas. La función es cualidad necesaria, pero no suficiente de la arquitectura. Esta necesita más cualidades. Si las de Cook son el optimismo y la imaginación, chapó).

En otro sitio dice que tuvo que dar clase porque no podía construir. Dar clase, hablar, escribir, dibujar, polemizar, etc, son sucedáneos. Lo que tiene que hacer un arquitecto, lo que debe hacer, es construir. Si no puede construir, que sueñe, que escriba, que enseñe, que discuta, que caliente motores y tenga la llama siempre encendida, preparada para la ocasión, buscando siempre la ocasión, dispuesto siempre a construir.
Así estamos.

1 comentario:

  1. Bravo.
    La imaginación puesta al servicio de la realidad, así es como yo veo a este magnífico personaje.
    ¡Más sueños y más realidades, por favor!

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